La región más poblada y con mayor desempleo de ese país elige mañana parlamento y gobierno en unos comicios que servirán para medir el avance de las fuerzas emergentes como Podemos y Ciudadanos, frente al bipartidismo de socialistas y conservadores, hegemónicos en la política española durante más de tres décadas.
Será el primer test electoral en un año clave para el futuro político de España, donde los anti neoliberales de Podemos aspiran a emular el triunfo en Grecia de Syriza, la fuerza de izquierda del primer ministro Alexis Tsipras, que en los últimos comicios de enero venció a las agrupaciones tradicionales de izquierda y derecha de ese país.
El 24 de mayo se celebrarán elecciones municipales y en la mayoría de las regiones autónomas de España; en septiembre habrá comicios de carácter plebiscitario en Cataluña, y a fin de año tendrán lugar las generales, que decidirán quién será el próximo presidente del gobierno español.
Los comicios de la sureña Andalucía funcionarán como laboratorio de pruebas, cuyos resultados permitirán comprobar el impulso de los nuevos partidos que surgieron y crecieron al calor del descontento social por la crisis económica y las políticas neoliberales que mantienen a España con una tasa de desocupación de más del 23%.
A la batalla electoral se sumó recientemente el partido de centro derecha Ciudadanos, del catalán Albert Rivera, que se estrena en Andalucía y crece con fuerza en las encuestas a nivel nacional atrayendo los votos de los descontentos con el derechista Partido Popular (PP) del presidente del gobierno español, Mariano Rajoy.
Unos 6,5 millones de andaluces están llamados a votar en esta región emblemática del sur, gobernada por el Partido Socialista (PSOE) desde hace 33 años y donde la crisis hizo estragos, elevando el desempleo hasta el 34%, el más alto del país.
Para el PSOE estas elecciones son cruciales porque enfrentarán por primer vez al ascendente Podemos precisamente en un territorio cuyo voto ha sido históricamente indispensable para que los socialistas lleguen a La Moncloa.
"El 22 de marzo abriremos un tiempo de cambio seguro en toda España. La victoria socialista en Andalucía es la victoria del conjunto del socialismo español", proclamaba Pedro Sanchez en el cierre de la campaña de la candidata del PSOE a la presidencia de Andalucía, Susana Díaz, a quien las encuestas dan como vencedora en los comicios.
Díaz adelantó las elecciones en una estrategia que sus adversarios denuncia que está diseñada para mitigar el efecto de Podemos en las urnas y servirle -aunque ella lo niega y ahora es menos probable- de trampolín para convertirse en la candidata socialista a Jefe de gobierno de España.
La presidenta andaluza llegó a su cargo en septiembre de 2013 sin pasar por las urnas, tras suceder a José Antonio Griñán, de quien fuera mano derecha y que se había visto salpicado por un escándalo de corrupción por el que fue imputado recientemente.
Pero a fines de enero decidió de forma unilateral romper el gobierno de coalición con Izquierda Unida (IU) que había heredado, bajo el argumento de que sus socios se habían radicalizado para converger con Podemos, partido que no paró de crecer en los sondeos.
De hecho, Díaz es la única dirigente socialista que resistió en los comicios europeos y amplió su ventaja con el PP.
Según el último sondeo del Centro de Investigaciones Sociológicas (CIS), Díaz ganaría las elecciones con el 34,7% de los votos, conseguiría 44 escaños y se quedaría a 11 de la mayoría absoluta, lo que la obligaría a pactar con otro partido para gobernar o tendría que hacerlo en minoría. Sus resultados serían los peores del PSOE desde 1982.
El PP, que lleva a un desconocido Juan Manuel Moreno como candidato y que fue primera fuerza en los anteriores comicios -pero no pudo gobernar gracias al acuerdo entre PSOE y la IU-, obtendría el 25,7% de los sufragios, y retrocedería de 50 a 34 escaños.
Por su parte, Podemos, con su joven candidata Teresa Rodríguez ocuparía el tercer lugar, con el 19,2% de los votos y entre 21 y 22 diputados. Así, la gran perjudicada es IU, que caería al 6,6% de los votos y pasaría de 12 a 4 ó 5 escaños, mientras Ciudadanos obtendría casi el mismo porcentaje, el 6,4%, y 5 diputados.
Las encuestas, que cifran a los indecisos en un tercio del electorado, indican que el parlamento andaluz quedaría muy fragmentado.
Para los socialistas, una victoria en Andalucía significaría obtener el oxígeno para afrontar las municipales de mayo y también les permitiría demostrar que aún pueden pelear por el gobierno de España.
En el caso del PP, el resultado tendrá menos trascendencia puesto que esta región se le resiste desde hace décadas.
Y Podemos, que tuvo poco tiempo para desplegar su estructura en Andalucía debido al adelanto electoral, tendrá la oportunidad de verificar en las urnas si, como dice su líder Pablo Iglesias, pueden vencer a los enemigos del cambio y a las encuestas.
"Llevamos un año escuchando al partido del no, al partido del no se puede. Nosotros les decimos que sí se puede", prometía Iglesias junto a Teresa Rodríguez en el cierre de campaña de Podemos, que llenó el velódromo Dos Hermanas de Sevilla, ícono de los socialistas, quienes allí encumbraron a José Luis Rodríguez Zapatero cuando desbancó al PP de La Moncloa.
Será el primer test electoral en un año clave para el futuro político de España, donde los anti neoliberales de Podemos aspiran a emular el triunfo en Grecia de Syriza, la fuerza de izquierda del primer ministro Alexis Tsipras, que en los últimos comicios de enero venció a las agrupaciones tradicionales de izquierda y derecha de ese país.
El 24 de mayo se celebrarán elecciones municipales y en la mayoría de las regiones autónomas de España; en septiembre habrá comicios de carácter plebiscitario en Cataluña, y a fin de año tendrán lugar las generales, que decidirán quién será el próximo presidente del gobierno español.
Los comicios de la sureña Andalucía funcionarán como laboratorio de pruebas, cuyos resultados permitirán comprobar el impulso de los nuevos partidos que surgieron y crecieron al calor del descontento social por la crisis económica y las políticas neoliberales que mantienen a España con una tasa de desocupación de más del 23%.
A la batalla electoral se sumó recientemente el partido de centro derecha Ciudadanos, del catalán Albert Rivera, que se estrena en Andalucía y crece con fuerza en las encuestas a nivel nacional atrayendo los votos de los descontentos con el derechista Partido Popular (PP) del presidente del gobierno español, Mariano Rajoy.
Unos 6,5 millones de andaluces están llamados a votar en esta región emblemática del sur, gobernada por el Partido Socialista (PSOE) desde hace 33 años y donde la crisis hizo estragos, elevando el desempleo hasta el 34%, el más alto del país.
Para el PSOE estas elecciones son cruciales porque enfrentarán por primer vez al ascendente Podemos precisamente en un territorio cuyo voto ha sido históricamente indispensable para que los socialistas lleguen a La Moncloa.
"El 22 de marzo abriremos un tiempo de cambio seguro en toda España. La victoria socialista en Andalucía es la victoria del conjunto del socialismo español", proclamaba Pedro Sanchez en el cierre de la campaña de la candidata del PSOE a la presidencia de Andalucía, Susana Díaz, a quien las encuestas dan como vencedora en los comicios.
Díaz adelantó las elecciones en una estrategia que sus adversarios denuncia que está diseñada para mitigar el efecto de Podemos en las urnas y servirle -aunque ella lo niega y ahora es menos probable- de trampolín para convertirse en la candidata socialista a Jefe de gobierno de España.
La presidenta andaluza llegó a su cargo en septiembre de 2013 sin pasar por las urnas, tras suceder a José Antonio Griñán, de quien fuera mano derecha y que se había visto salpicado por un escándalo de corrupción por el que fue imputado recientemente.
Pero a fines de enero decidió de forma unilateral romper el gobierno de coalición con Izquierda Unida (IU) que había heredado, bajo el argumento de que sus socios se habían radicalizado para converger con Podemos, partido que no paró de crecer en los sondeos.
De hecho, Díaz es la única dirigente socialista que resistió en los comicios europeos y amplió su ventaja con el PP.
Según el último sondeo del Centro de Investigaciones Sociológicas (CIS), Díaz ganaría las elecciones con el 34,7% de los votos, conseguiría 44 escaños y se quedaría a 11 de la mayoría absoluta, lo que la obligaría a pactar con otro partido para gobernar o tendría que hacerlo en minoría. Sus resultados serían los peores del PSOE desde 1982.
El PP, que lleva a un desconocido Juan Manuel Moreno como candidato y que fue primera fuerza en los anteriores comicios -pero no pudo gobernar gracias al acuerdo entre PSOE y la IU-, obtendría el 25,7% de los sufragios, y retrocedería de 50 a 34 escaños.
Por su parte, Podemos, con su joven candidata Teresa Rodríguez ocuparía el tercer lugar, con el 19,2% de los votos y entre 21 y 22 diputados. Así, la gran perjudicada es IU, que caería al 6,6% de los votos y pasaría de 12 a 4 ó 5 escaños, mientras Ciudadanos obtendría casi el mismo porcentaje, el 6,4%, y 5 diputados.
Las encuestas, que cifran a los indecisos en un tercio del electorado, indican que el parlamento andaluz quedaría muy fragmentado.
Para los socialistas, una victoria en Andalucía significaría obtener el oxígeno para afrontar las municipales de mayo y también les permitiría demostrar que aún pueden pelear por el gobierno de España.
En el caso del PP, el resultado tendrá menos trascendencia puesto que esta región se le resiste desde hace décadas.
Y Podemos, que tuvo poco tiempo para desplegar su estructura en Andalucía debido al adelanto electoral, tendrá la oportunidad de verificar en las urnas si, como dice su líder Pablo Iglesias, pueden vencer a los enemigos del cambio y a las encuestas.
"Llevamos un año escuchando al partido del no, al partido del no se puede. Nosotros les decimos que sí se puede", prometía Iglesias junto a Teresa Rodríguez en el cierre de campaña de Podemos, que llenó el velódromo Dos Hermanas de Sevilla, ícono de los socialistas, quienes allí encumbraron a José Luis Rodríguez Zapatero cuando desbancó al PP de La Moncloa.
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