Los 50 años de #LesLuthiers

En esta nueva antología, el grupo retorna a la dimensión más musical de sus presentaciones.



Como un gusto adquirido que sugiere un efecto conocido pero igualmente eficaz, Les Luthiers celebró sus 50 años de trayectoria con el estreno de una nueva antología en el Gran Rex, “Gran Reserva”, que renueva su presencia en las carteleras teatrales pero no su concepto, invariable, a pesar de las transformaciones en la formación.

No se trata de una antología culposa: Les Luthiers no se impone la obligación de la novedad y ha construido un código que excede a la sucesión de números que han sido estrenados, compilados y repetidos -por miles- en el canal Yuotube. Allí no queda más que advertir la solidez de ciertas escenas que soportan la revisión y la erosión de la sorpresa, presunto condimento del humor.

Persiste, sí, la idea fundacional que enerva y estructura el espectáculo por medio de los juegos del lenguaje. Sea ese lenguaje la palabra, el histrionismo o la música, con citas de género que, a medida que más se conocen, mejor permiten el disfrute.

Hay, en esta nueva antología, cierto retorno a la dimensión más musical de las presentaciones del grupo, lo que supone, necesariamente, una afirmación de lo colectivo por encima de las valoraciones individuales.

Y es acaso la mejor formulación para la nueva etapa del grupo, que ha debido, entre tantas mutaciones, suplir la labor del fallecido Daniel Rabinovich, quien era, precisamente, el que contaba con mayores permisos para la expresión personal.

Horacio “Tato” Murano y Martín O’Connor se duplican en esa tarea y, si bien tampoco eso representa un cambio porque ellos mismos fueron ocupando lugares en los últimos años, la sustitución otra vez pone en relieve a los textos, ahora depurados y con pequeñas pero perceptibles evoluciones incorporadas en la dinámica de los años.

Números como “Perdónala”, con una perfecta introducción de Marcos Mundstock; o la íntegramente instrumental “Rhapsody un Balls” (handball blues)”, expresaron anoche la centralidad musical de la nueva selección. De todos modos, también estuvieron presentes los sets más teatrales como “La que el Sheriff se contó” o “Yo te amo Raúl”.

La formación también integrada por Carlos López Puccio, Jorge Maronna y Carlos Nuñez Cortes que viene de obtener el Premio Princesa de Asturias de Comunicación y Humanidades 201, además presentó “Entreteniciencia familiar”, “Buscando a Helmut Bosengeist”, “San Inctícola de los Peces”, “Música y costumbres de Makanoa”, “La hora de la nostalgia”, “Quien conociera a María Amaría a María”, “La balada del Séptimo Regimiento” y, en la sección de bises, el “Gato con explicaciones”, pieza de aquel célebre “Añoralgias” (1981).

No es menor el mérito de alumbrar una idea artística, con ambición de complejidad, y conseguir que resista 50 años, el confort de la aprobación, la muerte o la partida de sus integrantes y el efecto artificioso que a veces arrastra la novedad.

Por semejante faena vale la pena observar -una vez más- a Les Luthiers en el teatro Gran Rex (avenida Corrientes 857, los viernes y sábados a las 21 o los domingos desde las 20.

Probablemente nadie salga del teatro convencido que fue el mejor de los espectáculos del grupo; pero también es seguro que nadie saldrá con nostalgia de un tiempo anterior.

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