Es porque reveló un extenso listado de mujeres, mientras la casa real optó por excluirlo de actos institucionales
Lleva tres años jubilado. Pero ni eso aquieta la turbulencia con Juan Carlos de Borbón, el rey emérito de España que, tras ser apartado de asuntos institucionales clave, es protagonista ahora de nuevas revelaciones con mezcla de fiesta, escapadas y un largo listado de amantes que incomoda a la casa real.
“Creo que el temor con él es que nunca se sabe cuándo se termina”, comentó a LA NACION un periodista especializado en temas de la realeza. Hasta el propio Jaime Peñafiel, voz habitual en la materia, redescubrió la idea de annus horribilis.
El rey de las 5000 amantes se titula la nueva biografía no autorizada del hombre clave de la transición española. Verá la luz en septiembre próximo y no en España, sino en el vecino Portugal. A pesar de que varias editoriales locales se mostraron interesadas finalmente ninguna quiso seguir adelante.
Tan imprescindible para la modernización de España como controversial en el final de su gestión, a sus 79 años la figura de Juan Carlos vuelve a dividir opiniones y a poner en aprietos a la casa real, que optó por dejarlo de lado en la celebración de los 40 años de democracia.
La decisión indignó a muchos. El texto suma un ingrediente adicional. Su autor, el ex coronel republicano Amadeo Martínez Inglés, que ya arrastra juicios con la casa real, afirma que cuenta con documentos y escuchas que se hicieron al entonces rey.
“Juan Carlos ha sido el hombre más espiado de este país”, dice este controvertido militar que, al parecer, tiene entre sus obsesiones afear al Borbón. “Además, él mismo hace las cosas fáciles porque es de contar de todo a sus amigos”, añadió.
La ex vedette Bárbara Rey y la actriz retirada Sara Montiel -con quien la reina lo habría sorprendido in fraganti, según afirma Martínez Inglés- figuran en el listado de amantes.
También la alemana Corinna zu Sayn-Wittgenstein, a quien la casa real no tuvo más remedio que calificar como “amiga íntima” luego de que quedara al descubierto que estaba con ella en una cacería de elefantes en Botswana.
Lo de las faldas da que hablar. Pero lo que podría dar pasto a los críticos son anunciadas revelaciones sobre el supuesto desvío de fondos hacia cuentas vinculadas con esos episodios amatorios. Euros necesarios para financiar desde cuestiones operativas hasta el alegado pago de chantajes. El río ya suena. Falta aún ver qué aguas trae.
A Juan Carlos se le acaba de negar toda participación en la efemérides de la democracia española, una recuperación en la que operó como figura clave.
Fue, tal vez, uno de los momentos en los que más claramente se quiso subrayar el esfuerzo de su hijo y sucesor, Felipe, por poner distancia de los escándalos familiares de los últimos años y relanzar la institución que encarna.
“A Juan Carlos se le debe mucho del esfuerzo por instaurar la democracia en España. Su hijo se puso sobre el hombro el de salvar la monarquía”, explicó José Manuel Calvo, director adjunto del diario El País.
A golpe de austeridad, escaso personalismo, un código de comportamiento moral y transparencia en las cuentas, el joven rey de 49 años intenta sanar el desgaste institucional de la seguidilla de escándalos.
Desde la frívola matanza de elefantes mientras los españoles sufrían mala economía hasta el fraude fiscal y los negocios oscuros que sentaron a su hermana Cristina en el banquillo de los acusados. Los mismos que tienen a su cuñado, el ex duque de Palma, Iñaki Urdangarin, pendiente de entrar a la cárcel. Pero para muchos -incluido el propio Juan Carlos- no al extremo de dejarlo fuera de la celebración de los 40 años de democracia. “Estoy dolido”, hizo saber.
Hubo quienes le dieron la razón, quienes no y quienes -yendo aun más lejos- cuestionaron que hiciera saber su malestar. “Debería haberse callado”, sostuvo Calvo. “Al hablar, por mucha razón que tuviera, añadió un nuevo frente.”
Lleva tres años jubilado. Pero ni eso aquieta la turbulencia con Juan Carlos de Borbón, el rey emérito de España que, tras ser apartado de asuntos institucionales clave, es protagonista ahora de nuevas revelaciones con mezcla de fiesta, escapadas y un largo listado de amantes que incomoda a la casa real.
“Creo que el temor con él es que nunca se sabe cuándo se termina”, comentó a LA NACION un periodista especializado en temas de la realeza. Hasta el propio Jaime Peñafiel, voz habitual en la materia, redescubrió la idea de annus horribilis.
El rey de las 5000 amantes se titula la nueva biografía no autorizada del hombre clave de la transición española. Verá la luz en septiembre próximo y no en España, sino en el vecino Portugal. A pesar de que varias editoriales locales se mostraron interesadas finalmente ninguna quiso seguir adelante.
Tan imprescindible para la modernización de España como controversial en el final de su gestión, a sus 79 años la figura de Juan Carlos vuelve a dividir opiniones y a poner en aprietos a la casa real, que optó por dejarlo de lado en la celebración de los 40 años de democracia.
La decisión indignó a muchos. El texto suma un ingrediente adicional. Su autor, el ex coronel republicano Amadeo Martínez Inglés, que ya arrastra juicios con la casa real, afirma que cuenta con documentos y escuchas que se hicieron al entonces rey.
“Juan Carlos ha sido el hombre más espiado de este país”, dice este controvertido militar que, al parecer, tiene entre sus obsesiones afear al Borbón. “Además, él mismo hace las cosas fáciles porque es de contar de todo a sus amigos”, añadió.
La ex vedette Bárbara Rey y la actriz retirada Sara Montiel -con quien la reina lo habría sorprendido in fraganti, según afirma Martínez Inglés- figuran en el listado de amantes.
También la alemana Corinna zu Sayn-Wittgenstein, a quien la casa real no tuvo más remedio que calificar como “amiga íntima” luego de que quedara al descubierto que estaba con ella en una cacería de elefantes en Botswana.
Lo de las faldas da que hablar. Pero lo que podría dar pasto a los críticos son anunciadas revelaciones sobre el supuesto desvío de fondos hacia cuentas vinculadas con esos episodios amatorios. Euros necesarios para financiar desde cuestiones operativas hasta el alegado pago de chantajes. El río ya suena. Falta aún ver qué aguas trae.
A Juan Carlos se le acaba de negar toda participación en la efemérides de la democracia española, una recuperación en la que operó como figura clave.
Fue, tal vez, uno de los momentos en los que más claramente se quiso subrayar el esfuerzo de su hijo y sucesor, Felipe, por poner distancia de los escándalos familiares de los últimos años y relanzar la institución que encarna.
“A Juan Carlos se le debe mucho del esfuerzo por instaurar la democracia en España. Su hijo se puso sobre el hombro el de salvar la monarquía”, explicó José Manuel Calvo, director adjunto del diario El País.
A golpe de austeridad, escaso personalismo, un código de comportamiento moral y transparencia en las cuentas, el joven rey de 49 años intenta sanar el desgaste institucional de la seguidilla de escándalos.
Desde la frívola matanza de elefantes mientras los españoles sufrían mala economía hasta el fraude fiscal y los negocios oscuros que sentaron a su hermana Cristina en el banquillo de los acusados. Los mismos que tienen a su cuñado, el ex duque de Palma, Iñaki Urdangarin, pendiente de entrar a la cárcel. Pero para muchos -incluido el propio Juan Carlos- no al extremo de dejarlo fuera de la celebración de los 40 años de democracia. “Estoy dolido”, hizo saber.
Hubo quienes le dieron la razón, quienes no y quienes -yendo aun más lejos- cuestionaron que hiciera saber su malestar. “Debería haberse callado”, sostuvo Calvo. “Al hablar, por mucha razón que tuviera, añadió un nuevo frente.”
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