Tras 27 días de búsqueda, fue encontrado en un descampado. Tenía su arma reglamentaria y llevaba puesto el uniforme. Investigan a sus compañeros de la Fuerza.

Tirado en un descampado, con su uniforme puesto, el arma reglamentaria en una mano y un disparo en la cabeza. Así encontraron ayer al mediodía el cuerpo de Lucas Muñoz, el policía rionegrino que estuvo 27 días desaparecido. El cadáver fue hallado por agentes del grupo especial COER en una zona conocida como Circunvalación, a seis kilómetros del centro de Bariloche.
Fuentes del caso confirmaron a Clarín que, si bien la escena del hallazgo del cuerpo parece coincidir con la de un suicidio, la hipótesis central es que se trata de un homicidio encubierto.
De Muñoz no se sabía nada desde el 14 de julio cuando, cerca de las 13.30, fue visto por última vez en las inmediaciones de la comisaría en la que trabajaba, en el barrio 2 de Abril, una de las zonas más calientes de la ciudad.
Dos semanas después de la desaparición de Muñoz, el caso derivó en un escándalo dentro de la Policía provincial. Las autoridades de la Fuerza apartaron a cuatro jefes: Manuel Poblete, subjefe de la Unidad Regional III; David Paz, jefe de Seguridad Vial; Jorge Elizondo, titular de la comisaría 42°; y José Jaramillo, subcomisario de la misma seccional.
Poco después, la Justicia ordenó las detenciones de los agentes Luis Irusta y Néstor Meyreles e imputó a otro, Federico Valenzuela. Los investigadores, encabezados por el juez Bernardo Campana, consideraron que personal de comisaría 42° y del área de Seguridad Vial de Bariloche intentaron demorar la búsqueda del policía.
Entre otros indicios, los investigadores confirmaron que el mismo día que desapareció Muñoz, su amigo Julián Morales (un ex compañero de la Academia de Oficiales de Viedma que por el momento no está imputado ni fue separado de la Fuerza) e Irusta fueron a la pensión en la que vivía y registraron sus objetos personales sin que existiera una orden de allanamiento.

Tirado en un descampado, con su uniforme puesto, el arma reglamentaria en una mano y un disparo en la cabeza. Así encontraron ayer al mediodía el cuerpo de Lucas Muñoz, el policía rionegrino que estuvo 27 días desaparecido. El cadáver fue hallado por agentes del grupo especial COER en una zona conocida como Circunvalación, a seis kilómetros del centro de Bariloche.
Fuentes del caso confirmaron a Clarín que, si bien la escena del hallazgo del cuerpo parece coincidir con la de un suicidio, la hipótesis central es que se trata de un homicidio encubierto.
De Muñoz no se sabía nada desde el 14 de julio cuando, cerca de las 13.30, fue visto por última vez en las inmediaciones de la comisaría en la que trabajaba, en el barrio 2 de Abril, una de las zonas más calientes de la ciudad.
Dos semanas después de la desaparición de Muñoz, el caso derivó en un escándalo dentro de la Policía provincial. Las autoridades de la Fuerza apartaron a cuatro jefes: Manuel Poblete, subjefe de la Unidad Regional III; David Paz, jefe de Seguridad Vial; Jorge Elizondo, titular de la comisaría 42°; y José Jaramillo, subcomisario de la misma seccional.
Poco después, la Justicia ordenó las detenciones de los agentes Luis Irusta y Néstor Meyreles e imputó a otro, Federico Valenzuela. Los investigadores, encabezados por el juez Bernardo Campana, consideraron que personal de comisaría 42° y del área de Seguridad Vial de Bariloche intentaron demorar la búsqueda del policía.
Entre otros indicios, los investigadores confirmaron que el mismo día que desapareció Muñoz, su amigo Julián Morales (un ex compañero de la Academia de Oficiales de Viedma que por el momento no está imputado ni fue separado de la Fuerza) e Irusta fueron a la pensión en la que vivía y registraron sus objetos personales sin que existiera una orden de allanamiento.
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