Detrás de esa sospecha, un equipo de investigación liderado por Federico Daray y Andrea Errasti, especialistas del CONICET en el Instituto de Farmacología de la UBA, decidió analizar esa relación para ver si es posible identificar a los pacientes con depresión a través del análisis de la respuesta inmune en sangre. El resultado los sorprendió: lograron hacerlo con una precisión de más del 80 por ciento. La pista se la dieron las modificaciones en células específicas del sistema inmunológico.
"Observamos, además, la existencia de tres subgrupos de pacientes depresivos con distintos perfiles inmunológicos lo que abre la puerta para que futuros estudios de seguimiento permitan saber si estos subgrupos son distintos tipos de depresiones inflamatorias o diferentes estadios de una misma enfermedad", explica Daray.
Desde hace un tiempo se sabe que las alteraciones en la cantidad y activación de ciertas células inmunes, junto con niveles elevados de marcadores inflamatorios, están asociadas al desarrollo y mantenimiento de la depresión. "Decidimos emprender este estudio debido a la creciente evidencia que sugiere una relación entre el sistema inmunológico y la depresión. Buscamos identificar un panel de biomarcadores que puedan ayudar a distinguir subgrupos de pacientes depresivos y que sean la base para futuros estudios que intenten predecir la evolución de la enfermedad o la respuesta al tratamiento", indica Errasti.
Utilizando técnicas de aprendizaje automático, los especialistas identificaron un panel de biomarcadores que pueden discriminar entre pacientes con depresión y controles sanos con una precisión del 83,8%. Esto podría tener importantes implicaciones para la personalización de los tratamientos inmunológicos en pacientes depresivos.
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