Convocada por partidos políticos y sectores de la sociedad civil, la marcha tendrá lugar el domingo 15 de marzo en distintos puntos del país. La mandataria acusó a las protestas de incitar a una "ruptura democrática"
Se espera que el próximo domingo miles de brasileños salgan a las calles de todo el país para pedir la renuncia de la presidente Dilma Rousseff, quien asumió su segundo mandato hace apenas dos meses. La masiva movilización fue convocada por las redes sociales y ya cuenta con el respaldo del Partido de la Social Democracia Brasileña (PSDB), al que pertenece el líder opositor Aécio Neves, principal competidor de Rousseff en los comicios del año pasado.
El domingo pasado, una semana antes de la realización de la marcha, miles de ciudadanos hicieron sonar sus cacerolas y bocinas en las ciudades de Belém, Belo Horizonte, Brasilia, Curitiba, Fortaleza, Goiania, Maceió, Porto Alegre, Recife, Río de Janeiro, San Pablo y Vitória. Fue en repudio a la mandataria, mientras ésta pronunciaba un discurso por el Día Internacional de la Mujer. En San Pablo, donde gran parte de la población apoya a la oposición, se escucharon agravios y pedidos de destitución de la mandataria.
Rousseff se pronunció hoy tras la manifestación. "El hecho de que Brasil evolucione y garantice el derecho a manifestarse es algo valorado por todos nosotros. Lo que no podemos aceptar es la violencia", señaló durante un acto en el palacio de gobierno. "Dejen de buscar una tercera vuelta electoral. La elección se terminó y no puede haber un tercer turno de elecciones, a no ser que se quiera hacer una ruptura democrática", agregó.
El gigante sudamericano vive un clima político de gran incertidumbre luego de que la Procuraduría General de la República consiguiera la venia de la Corte Suprema para investigar a 47 políticos -incluidos 12 senadores y 22 diputados en funciones- por su supuesto involucramiento en el escándalo de corrupción en la estatal Petrobras. Muchos pertenecen al oficialista Partido de los Trabajadores o a partidos que integran la coalición de gobierno.
A las intrigas y tensiones se suma el oscuro momento económico que atraviesa el país. Hace más de cuatro años que Brasil no consigue hacer despegar la actividad y sus indicadores empeoran mes a mes, con saldos negativos en cuentas públicas, balanza comercial, una inflación en torno al 7,5% y una fuerte devaluación de la moneda.
Se espera que el próximo domingo miles de brasileños salgan a las calles de todo el país para pedir la renuncia de la presidente Dilma Rousseff, quien asumió su segundo mandato hace apenas dos meses. La masiva movilización fue convocada por las redes sociales y ya cuenta con el respaldo del Partido de la Social Democracia Brasileña (PSDB), al que pertenece el líder opositor Aécio Neves, principal competidor de Rousseff en los comicios del año pasado.
El domingo pasado, una semana antes de la realización de la marcha, miles de ciudadanos hicieron sonar sus cacerolas y bocinas en las ciudades de Belém, Belo Horizonte, Brasilia, Curitiba, Fortaleza, Goiania, Maceió, Porto Alegre, Recife, Río de Janeiro, San Pablo y Vitória. Fue en repudio a la mandataria, mientras ésta pronunciaba un discurso por el Día Internacional de la Mujer. En San Pablo, donde gran parte de la población apoya a la oposición, se escucharon agravios y pedidos de destitución de la mandataria.
Rousseff se pronunció hoy tras la manifestación. "El hecho de que Brasil evolucione y garantice el derecho a manifestarse es algo valorado por todos nosotros. Lo que no podemos aceptar es la violencia", señaló durante un acto en el palacio de gobierno. "Dejen de buscar una tercera vuelta electoral. La elección se terminó y no puede haber un tercer turno de elecciones, a no ser que se quiera hacer una ruptura democrática", agregó.
El gigante sudamericano vive un clima político de gran incertidumbre luego de que la Procuraduría General de la República consiguiera la venia de la Corte Suprema para investigar a 47 políticos -incluidos 12 senadores y 22 diputados en funciones- por su supuesto involucramiento en el escándalo de corrupción en la estatal Petrobras. Muchos pertenecen al oficialista Partido de los Trabajadores o a partidos que integran la coalición de gobierno.
A las intrigas y tensiones se suma el oscuro momento económico que atraviesa el país. Hace más de cuatro años que Brasil no consigue hacer despegar la actividad y sus indicadores empeoran mes a mes, con saldos negativos en cuentas públicas, balanza comercial, una inflación en torno al 7,5% y una fuerte devaluación de la moneda.
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