Lula da Silva juró como jefe de ministros de Dilma Rousseff en busca de impunidad

El ex presidente será el segundo hombre más poderoso del Gobierno, detrás de mandataria. La obtención de fueros contra las causas que enfrenta por corrupción ha activado una ola de repudio popular en Brasil.



Luiz Inácio Lula da Silva ha vuelto al poder en Brasil. Si bien no será presidente, su cargo como jefe de la Casa Civil, equivalente a una jefatura de ministros, lo ha convertido en unas horas en el responsable de recuperar la gobernabilidad perdida por Dilma Rousseff, hoy en el piso de su popularidad.

"Quería saludar con mucha alegría a nuestro querido ex presidente Luiz Inácio Lula da Silva, ministro jefe de la Casa Civil", dijo Rousseffl. Minutos antes, firmó junto a Lula el acta de asunción en el cargo, se abrazó con su mentor y elevó su brazo ante una multitud de funcionarios y legisladores reunidos en el Salón Noble del Palacio do Planalto en Brasilia.



Cuando la mandataria se aprestaba a hablar, un grito contra Lula surgido desde la tribuna enardeció a los funcionarios presentes, que iniciaron a viva voz cantos a favor del oficialismo. Luego, Dilma se tomó largos minutos para nombrar uno a uno a todos los presentes, dando las gracias a quienes trabajan en el Gobierno, pese a la crisis que atraviesa la administración del Partido de los Trabajadores (PT).

Además de Lula, Rousseff ha nombrado a un nuevo ministro de Justicia, Eugenio Aragao. "Deberá volver más efectiva nuestra política de defensa del consumidor y la protección de las fronteras. Deberá enfrentar las drogas y garantizar la seguridad durante los Juegos Olímpicos", dijo la presidenta, sin hacer mención alguna al enfrentamiento que el Ejecutivo mantiene con los jueces que impulsan la causa contra Lula y una centena de legisladores oficialistas por corrupción en Petrobras.

"A lo largo de mi vida he aprendido a valorizar y a respetar a mis compañeros, personas muy especiales que han estado a mi lado en todo momento. He tenido el privilegio de tener a mi lado a Jaques Wagner", el funcionario que ha dejado su cargo para darle espacio a Lula en el gabinete.

"Todo el mundo sabe que las dificultades da grandes oportunidades, Hoy tengo la magnífica chance de traer para este gobierno al mayor líder político de este país", dijo Dilma, al presentar a Lula.

"Es un gran compañero de luchas y de conquistas. Sea bienvenido, ministro Lula", gritó. "Yo cuento con la experiencia del ex presidente Lula, con sus cualidades, cuento con su incomparable capacidad de entender a nuestro pueblo, de querer lo mejor para ese pueblo y también de ser entendido. Su presencia aquí prueba que usted tiene la grandeza de los estadistas", agregó.

La mandataria pidió luego que se respete la presunción de inocencia y el derecho a la defensa de las decenas de funcionarios y legisladores investigados por la red de corrupción que ha desviado unos 2.000 millones de dólares en sobornos pagados en Petrobras.

El discurso de Rousseff subió el tono a medida que se adentraba en el nudo del enfrentamiento que mantiene con los jueces anticorrupción. "No le interesa a los brasileños las actitudes que paralizan el crecimiento y la generación de empleos. Creo en la justicia de nuestro país. Se que muchos magistrados y ministros de tribunales serán correctos en la defensa de la protección de nuestros derechos. Continuarán juzgando en bases a pruebas presentadas de acuerdo a la ley", manifestó.

Para sorpresa de todos, Rousseff ha sido la única oradora del acto. Cuando todos esperaban la palabra de Lula da Silva, la presidenta dio por terminado el acto.

El nombramiento de Lula ha despertado una ola de protestas en las principales ciudades del gigante sudamericano, porque el nuevo cargo otorgará a Lula fueros judiciales. Esto es, que las causas por corrupción que llevaba en su contra el juez de Curitiba Sergio Moro, pasarán ahora al Tribunal Supremo, donde sin duda encontrará mayor benevolencia.

Lula será ahora un verdadero poder en las sombras, al punto que Rousseff podría quedar reducida a una simple figura decorativa. Desde su puesto en la Casa Civil, Lula tendrá voz y voto en todas las decisiones de su sucesora, tanto en materia política como económica.

Se convertirá además en el principal interlocutor del Ejecutivo con el Parlamento, donde los partidos aliados son cada vez más reticentes a sostener la alianza urdida en 2003 para dar vida a la administración del Partido de los Trabajadores (PT).

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