Tras ser recibido con honores, el pontífice le pidió al presidente Rafael Correa "diálogo y participación sin exclusiones". Permanecerá en el país hasta el miércoles y luego irá a Bolivia y Paraguay
El avión de la compañía Alitalia en el que viajaba el papa Francisco aterrizó poco antes de las 15 horas locales (20:00 GMT) de este domingo en el aeropuerto Mariscal Sucre, a 20 kilómetros de Quito. El presidente ecuatoriano, Rafael Correa, lo recibió con honores.
El mandatario expresó su alegría por la visita del pontífice y volvió a bromear con que el Papa será argentino, pero que el paraíso es ecuatoriano. También destacó que la región es la más cristiana del mundo, y también es la que más sufre la desigualdad en la distribución de la riqueza.
Francisco, a su turno, instó al presidente Correa a fomentar "el diálogo y la participación sin exclusiones". El país está sacudido desde hace un mes por manifestaciones a favor y en contra del Gobierno.
En el primer mensaje de su gira, aseguró que en el evangelio se pueden encontrar "las claves" para "afrontar los desafíos actuales, valorando las diferencias, fomentando el diálogo y la participación sin exclusiones".
"Que los logros y el progreso en desarrollo se consoliden en un futuro mejor poniendo atención en nuestros hermanos más frágiles y vulnerables, la deuda que América Latina todavía tiene", añadió el pontífice.
Después de dos años, Francisco regresó a su "querida" cuna sudamericana con un aclamado mensaje de "justicia social" para los pobres, en una gira de ocho días que inició hoy al desembarcar en Ecuador, primera parada antes de ir también a Bolivia y Paraguay.
"Quiero ser testigo de esta alegría del evangelio y llevarles la ternura y la caricia de Dios, nuestro Padre, especialmente a sus hijos más necesitados, a los ancianos, a los enfermos, a los encarcelados, a los pobres, a los que son víctimas de esta cultura del descarte", anticipó el Papa antes de empacar maletas.
Ecuador, Bolivia y Paraguay, países de mayoría católica y con un historial de pobreza y desigualdad que castiga principalmente a la población indígena, constituyen la novena visita del Papa al exterior.
Desde su elección como máximo jerarca de los católicos en marzo de 2013, Francisco ha mostrado especial interés en acercar la Iglesia a la periferia y en la defensa del medioambiente, como quedó plasmado en su más reciente encíclica, que fue muy celebrada por los gobiernos de Quito y La Paz.
La Iglesia ecuatoriana espera un "mensaje fuerte" del papa "para que nos pongamos realmente en movimiento hacia las periferias, hacia los fragilizados y hacia los más pobres", dijo a la agencia de noticias AFP el sacerdote David de la Torre, vocero de la Conferencia Episcopal Ecuatoriana para la visita papal.
Los ecuatorianos, que en el caso de Quito han embellecido sus casas y colocado carteles de bienvenida, recibirán por segunda vez a un papa después de la visita, en 1985, de Juan Pablo II. Entonces un 94% de la población se consideraba católica, frente a 80% que hoy afirma seguir ese credo entre 16 millones de habitantes.
Un descenso asociado en gran parte al avance de las iglesias evangélicas, que han logrado atraer a miles de indígenas andinos desencantados por la falta de atención de la jerarquía católica.
El avión de la compañía Alitalia en el que viajaba el papa Francisco aterrizó poco antes de las 15 horas locales (20:00 GMT) de este domingo en el aeropuerto Mariscal Sucre, a 20 kilómetros de Quito. El presidente ecuatoriano, Rafael Correa, lo recibió con honores.
El mandatario expresó su alegría por la visita del pontífice y volvió a bromear con que el Papa será argentino, pero que el paraíso es ecuatoriano. También destacó que la región es la más cristiana del mundo, y también es la que más sufre la desigualdad en la distribución de la riqueza.
Francisco, a su turno, instó al presidente Correa a fomentar "el diálogo y la participación sin exclusiones". El país está sacudido desde hace un mes por manifestaciones a favor y en contra del Gobierno.
En el primer mensaje de su gira, aseguró que en el evangelio se pueden encontrar "las claves" para "afrontar los desafíos actuales, valorando las diferencias, fomentando el diálogo y la participación sin exclusiones".
"Que los logros y el progreso en desarrollo se consoliden en un futuro mejor poniendo atención en nuestros hermanos más frágiles y vulnerables, la deuda que América Latina todavía tiene", añadió el pontífice.
Después de dos años, Francisco regresó a su "querida" cuna sudamericana con un aclamado mensaje de "justicia social" para los pobres, en una gira de ocho días que inició hoy al desembarcar en Ecuador, primera parada antes de ir también a Bolivia y Paraguay.
"Quiero ser testigo de esta alegría del evangelio y llevarles la ternura y la caricia de Dios, nuestro Padre, especialmente a sus hijos más necesitados, a los ancianos, a los enfermos, a los encarcelados, a los pobres, a los que son víctimas de esta cultura del descarte", anticipó el Papa antes de empacar maletas.
Ecuador, Bolivia y Paraguay, países de mayoría católica y con un historial de pobreza y desigualdad que castiga principalmente a la población indígena, constituyen la novena visita del Papa al exterior.
Desde su elección como máximo jerarca de los católicos en marzo de 2013, Francisco ha mostrado especial interés en acercar la Iglesia a la periferia y en la defensa del medioambiente, como quedó plasmado en su más reciente encíclica, que fue muy celebrada por los gobiernos de Quito y La Paz.
La Iglesia ecuatoriana espera un "mensaje fuerte" del papa "para que nos pongamos realmente en movimiento hacia las periferias, hacia los fragilizados y hacia los más pobres", dijo a la agencia de noticias AFP el sacerdote David de la Torre, vocero de la Conferencia Episcopal Ecuatoriana para la visita papal.
Los ecuatorianos, que en el caso de Quito han embellecido sus casas y colocado carteles de bienvenida, recibirán por segunda vez a un papa después de la visita, en 1985, de Juan Pablo II. Entonces un 94% de la población se consideraba católica, frente a 80% que hoy afirma seguir ese credo entre 16 millones de habitantes.
Un descenso asociado en gran parte al avance de las iglesias evangélicas, que han logrado atraer a miles de indígenas andinos desencantados por la falta de atención de la jerarquía católica.
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