El seleccionado argentino cayó 29-15 frente a los Wallabies en la semifinal que se disputó en Londres. El viernes jugarán por el tercer puesto con Sudáfrica

El sueño llegó a su fin. Otra vez, como en 2007, Los Pumas no pudieron pasar a la final. Las mismas lágrimas, porque la ilusión era ser campeón del mundo. Australia, el verdugo, por la contundencia de Adam Ashley-Cooper y la enorme tercera línea aussie que no dejó a los argentinos hacer su juego, como hasta ahora en la Copa del Mundo.
Después de la emoción de los himnos, los argentinos no empezaron firmes. Y rápido llegó un error clave de Nicolás Sánchez, que demoró demasiado el pase y Rob Simmons lo anticipó para llevarse al pelota y marcar el primer try, al minuto de juego. Sin embargo, la reacción fue rápida. Una excelente jugada de los backs, que le provocó el agujero a Marcelo Bosch, y la conquista estuvo muy cerca. El árbitro inglés Wayne Barnes volvió al penal y Nicolás Sánchez descontó.
Así y todo, el comienzo no era el esperado. Australia estaba más enfocado. Y menos nervioso. Un free kick que Santiago Cordero quiso jugar rápido terminó en scrum para los aussies, y luego una mala cobertura defensiva de Juan Imhoff que se cerró, Adam Ashley-Cooper corrió para su try. David Pocock, al que esperaron hasta último momento, hacía de las suyas y complicaba todas las pelotas Pumas en cada ruck. Todo era cuesta arriba para los de Daniel Hourcade.
Encima, Barnes amonestó a Tomás Lavanini por un tackle sin los brazos, y hubo dos cambios obligados: Agustín Creevy, que no resistió más de la lesión en su pierna izquierda que ya arrastraba desde antes de Irlanda, y Juan Imhoff quedó knock-out por un golpe. Los Wallabies volvían a golpear con otro try de Ashley-Cooper en la bandera, luego de varias fases de control.
El scrum era el único rubro en que Los Pumas se mantenían como superiores, y Sánchez no perdonaba a los palos cada vez que tenía su chance. Así, la historia estaba 19-9, en un flojo primer tiempo de los argentinos, que sobre el final levantaron y estuvieron al borde del try tras una corrida de Cordero.
Con otra actitud, los de Hourcade fueron por la remontada. A puro corazón. Y pese a las bajas, porque a las de Imhoff y Creevy se sumaba la de Hernández. Sánchez seguía metiendo, pero Foley, también.
Como contra Irlanda, los ingresos de Facundo Isa y Tomás Cubelli le hicieron bien al equipo. "Pumas, Pumas", bajaba de las tribunas de la Catedral del Rugby y contagiaba a los jugadores. Fueron y fueron. Pero la defensa australiana no claudicaba. Fardy ya superaba los 15 tackles, y cerca estaban Kane Douglas y Tevita Kuridrani. La indisciplina, que hasta ahí no había sido buena de los aussies, mejoró. Y el 22-15 no se movía pese a las corridas de Lucas González Amorosino o los embates de Pablo Matera y Fernández Lobbe.
A los 32, el golpe letal. Drew Mitchell armó una jugada de otro partido y habilitó a Ashley-Cooper para su hat-trick. Los Pumas estaban a todo y nada. Y Australia lo aprovechó. Una ventaja que era irremontable porque ya no había piernas para darlo vuelta.
Con lo último, el coraje y la entrega de siempre, Los Pumas lo intentaron. Y se llevaron su premio. No fue un try, pero sí el "Pumas, Pumas", de todo el estadio, que los despidió con aplausos.
Dolió. Porque el sueño está roto. Pero queda un partido más contra Sudáfrica, por el tercer puesto, que será una oportunidad para volver a dejar una huella. Como el 2007. Australia va por su tercer título, en una increíble final con los All Blacks. Dos merecidos finalistas por lo hecho en este Mundial.
Fuente: ESPN SCRUM

El sueño llegó a su fin. Otra vez, como en 2007, Los Pumas no pudieron pasar a la final. Las mismas lágrimas, porque la ilusión era ser campeón del mundo. Australia, el verdugo, por la contundencia de Adam Ashley-Cooper y la enorme tercera línea aussie que no dejó a los argentinos hacer su juego, como hasta ahora en la Copa del Mundo.
Después de la emoción de los himnos, los argentinos no empezaron firmes. Y rápido llegó un error clave de Nicolás Sánchez, que demoró demasiado el pase y Rob Simmons lo anticipó para llevarse al pelota y marcar el primer try, al minuto de juego. Sin embargo, la reacción fue rápida. Una excelente jugada de los backs, que le provocó el agujero a Marcelo Bosch, y la conquista estuvo muy cerca. El árbitro inglés Wayne Barnes volvió al penal y Nicolás Sánchez descontó.
Así y todo, el comienzo no era el esperado. Australia estaba más enfocado. Y menos nervioso. Un free kick que Santiago Cordero quiso jugar rápido terminó en scrum para los aussies, y luego una mala cobertura defensiva de Juan Imhoff que se cerró, Adam Ashley-Cooper corrió para su try. David Pocock, al que esperaron hasta último momento, hacía de las suyas y complicaba todas las pelotas Pumas en cada ruck. Todo era cuesta arriba para los de Daniel Hourcade.
Encima, Barnes amonestó a Tomás Lavanini por un tackle sin los brazos, y hubo dos cambios obligados: Agustín Creevy, que no resistió más de la lesión en su pierna izquierda que ya arrastraba desde antes de Irlanda, y Juan Imhoff quedó knock-out por un golpe. Los Wallabies volvían a golpear con otro try de Ashley-Cooper en la bandera, luego de varias fases de control.
El scrum era el único rubro en que Los Pumas se mantenían como superiores, y Sánchez no perdonaba a los palos cada vez que tenía su chance. Así, la historia estaba 19-9, en un flojo primer tiempo de los argentinos, que sobre el final levantaron y estuvieron al borde del try tras una corrida de Cordero.
Con otra actitud, los de Hourcade fueron por la remontada. A puro corazón. Y pese a las bajas, porque a las de Imhoff y Creevy se sumaba la de Hernández. Sánchez seguía metiendo, pero Foley, también.
Como contra Irlanda, los ingresos de Facundo Isa y Tomás Cubelli le hicieron bien al equipo. "Pumas, Pumas", bajaba de las tribunas de la Catedral del Rugby y contagiaba a los jugadores. Fueron y fueron. Pero la defensa australiana no claudicaba. Fardy ya superaba los 15 tackles, y cerca estaban Kane Douglas y Tevita Kuridrani. La indisciplina, que hasta ahí no había sido buena de los aussies, mejoró. Y el 22-15 no se movía pese a las corridas de Lucas González Amorosino o los embates de Pablo Matera y Fernández Lobbe.
A los 32, el golpe letal. Drew Mitchell armó una jugada de otro partido y habilitó a Ashley-Cooper para su hat-trick. Los Pumas estaban a todo y nada. Y Australia lo aprovechó. Una ventaja que era irremontable porque ya no había piernas para darlo vuelta.
Con lo último, el coraje y la entrega de siempre, Los Pumas lo intentaron. Y se llevaron su premio. No fue un try, pero sí el "Pumas, Pumas", de todo el estadio, que los despidió con aplausos.
Dolió. Porque el sueño está roto. Pero queda un partido más contra Sudáfrica, por el tercer puesto, que será una oportunidad para volver a dejar una huella. Como el 2007. Australia va por su tercer título, en una increíble final con los All Blacks. Dos merecidos finalistas por lo hecho en este Mundial.
Fuente: ESPN SCRUM
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