Con gol del Pachi Carrizo, el Xeneize se recuperó de la derrota ante Racing y venció al Cervecero por 1-0. La gente cantó contra River, próximo rival de los de Arruabarrena.
Los dos golpes en el mentón que Gustavo Bou le propinó a Boca el último jueves todavía se sentían en La Bombonera cuando el equipo salió a la cancha. Las dudas sobre un plantel que venía en levantada reaparecieron, con el agravante de que en una semana debe hacer un viaje a Núñez para enfrentar al clásico rival.
La revancha rápida de la derrota ante Racing era ante Quilmes, último en el campeonato y con un presente por demás negativo, con dos derrotas seguidas en la espalda.
Durante el primer tiempo, salvo en algún que otro pasaje, el Xeneize dominó las acciones. Con tenencia orientada hacia el ataque, demostró que tiene variantes para lastimar. Llegó por izquierda, por derecha, con pases profundos y con centros bien colocados generó peligro constantemente en el área de Dulcich. Al margen de algunas imprecisiones en los toques y en las definiciones, el local ya merecía ponerse en ventaja.
Con un Carrizo decisivo en incisivo por ambas bandas y con un Chávez picante y rápido, aunque flojo en los últimos metros, el equipo suplió otros bajos rendimientos, como el de Meli o el de Gago en la mitad de la cancha. De todas maneras, el 0-0 no se movería hasta la segunda etapa.
En el minuto 51, Gago trabó en la mitad, en la salida de Quilmes, y la pelota le quedó a Chávez, que corrió 40 metros con la pelota y mandó el centro bajo para el Pachi Carrizo, que entrando por el segundo palo remató de primera, la pelota se desvió en un defensor cervecero y se metió en el arco de Dulcich, que nada pudo hacer. El 1-0 para Boca era justo.
A partir del gol, el Xeneize se relajó, Erbes perdió el mediocampo y los de Quatrocchi llegaron con algunos centros, aunque con poco peligro. De todas maneras, los de Arruabarrena controlaron bien los últimos minutos, bajo una cortina musical de fondo de los hinchas dedicada totalmente a River, próximo rival el domingo que viene en el Monumental.
Los dos golpes en el mentón que Gustavo Bou le propinó a Boca el último jueves todavía se sentían en La Bombonera cuando el equipo salió a la cancha. Las dudas sobre un plantel que venía en levantada reaparecieron, con el agravante de que en una semana debe hacer un viaje a Núñez para enfrentar al clásico rival.
La revancha rápida de la derrota ante Racing era ante Quilmes, último en el campeonato y con un presente por demás negativo, con dos derrotas seguidas en la espalda.
Durante el primer tiempo, salvo en algún que otro pasaje, el Xeneize dominó las acciones. Con tenencia orientada hacia el ataque, demostró que tiene variantes para lastimar. Llegó por izquierda, por derecha, con pases profundos y con centros bien colocados generó peligro constantemente en el área de Dulcich. Al margen de algunas imprecisiones en los toques y en las definiciones, el local ya merecía ponerse en ventaja.
Con un Carrizo decisivo en incisivo por ambas bandas y con un Chávez picante y rápido, aunque flojo en los últimos metros, el equipo suplió otros bajos rendimientos, como el de Meli o el de Gago en la mitad de la cancha. De todas maneras, el 0-0 no se movería hasta la segunda etapa.
En el minuto 51, Gago trabó en la mitad, en la salida de Quilmes, y la pelota le quedó a Chávez, que corrió 40 metros con la pelota y mandó el centro bajo para el Pachi Carrizo, que entrando por el segundo palo remató de primera, la pelota se desvió en un defensor cervecero y se metió en el arco de Dulcich, que nada pudo hacer. El 1-0 para Boca era justo.
A partir del gol, el Xeneize se relajó, Erbes perdió el mediocampo y los de Quatrocchi llegaron con algunos centros, aunque con poco peligro. De todas maneras, los de Arruabarrena controlaron bien los últimos minutos, bajo una cortina musical de fondo de los hinchas dedicada totalmente a River, próximo rival el domingo que viene en el Monumental.
Publicar un comentario