Teresa Romero: "¡No quiero más entrevistas. Quiero a mi perro!"

La mujer, aún aislada en el hospital Carlos III de Madrid, contestó llena de rabia cuando su marido le preguntó si aceptaba hablar con el diario El País, de Madrid.


El diario El País de Madrid intentó entrevistar a la enfermera española Teresa Romero, aún aislada en el hospital Carlos III, donde se repone de una infección de ébola. La respuesta de la mujer resumió su angustia: "¡No quiero ninguna entrevista, lo que necesito es a mi perro...".

Cuando Teresa Romera enfermó, tras atender a un religioso infectado llegado de África, las autoridades sanitarias españolas decidieron exterminar a su perro Excalibur porque consideraron que así lo indicaba el protocolo ya que el animal era un posible foco de contagio tras estar en contacto con su dueña. La decisión armó un revuelo y una campaña en Twitter para evitar que se matara al can. De hecho, en EE.UU., se mantuvo con vida y bajo observación a la mascota de otra enfermera contagiada.

Teresa se enteró de la muerte de Excalibur mucho tiempo después. Y aún no se repone.

Su marido habla con ella por telefono todos los días. Teresa aún está aislada en el Carlos III a la espera de los resultados de los últimos análisis que deben confirmar que ya no hay restos del virus en sus fluidos.

Según El País, "Teresa está muy recuperada. Y se le nota, y su voz cambia de tono según el tema que trate con su marido. Lo de Excalibur la exacerba".

"Se siente feliz ante la proximidad del alta médica, pero le aterra pensar en el momento de franquear la puerta de casa y ver que no estará allí Excalibur para saludarla, como hacía siempre", escribe el diario.

Ya en una entrevista anterio con el diario El Mundo, la mujer habiá dicho que la muerte de su perro fue un "asesinato".

Hoy, cuando cuando su esposo Javier le comenta el deseo de El País de charlar con ella, no pudo contener su angustia. "¡Solo quiero que me den a mi perro... ¿Qué le han hecho a mi perro esos hijos de su madre? ¡¿Por qué me lo han matado?!", se la oye gritar llena de rabia e impotencia, concluye.


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