Gran cierre de la gira europea de #LosPumas: Vencieron a #Francia por 18 a 13

"Para ganarles hay que jugar en nuestro máximo nivel", repitió por doquier Daniel Hourcade, head coach de Los Pumas, en la previa al Test Match contra Francia. Y sus muchachos lo escucharon. Fuerte y claro.



Porque jugaron un primer tiempo casi perfecto. Con dinámica, vehemencia, atrevimiento, presión y tackle, sobre todo eso, mucho tackle -Javier Ortega Desio fue el abanderado de esa etapa con ocho-.

Con este planteo, el seleccionado argentino llenó de preguntas a los franceses, que bajo la aguda de un Stade de France con un buen número de público (50.000 personas), no entendía cómo se les estaba faltando el respeto de esa manera. "En la RWC 2007 sucedió lo mismo. Esto no luce bien", intuyó un periodista francés cuando sólo iban diez minutos y los argentinos ya ganaban 3-0, gracias a un penal de Nicolás Sánchez.

El colega tenía razón. La fiereza que tatuaba el seleccionado nacional en sus movimientos activó la memoria y la transportó a aquel momento dorado, soñado, mágico del rugby argentino. Si bien el encuentro tuvo contexto diferentes, el escenario fue el mismo y también la sensación.

Y mientras Francia dormía, Sánchez empezó a meterla. Drop a los 17 y penal a los 27. Los locales, abrumados. Mental y físicamente, porque los tackles argentinos se sentían, gracias al enorme trabajo de, entre otros, Agustín Creevy, Nahuel Tetaz Chaparro, Facundo Isa y del debutante Lezana, que tuvo la difícil misión de reemplazar a Leo Senatore a los 19 del PT y metió 14 tackles-.

A los 30, quizás influenciado por los dioses de aquel 2007, el Mago Juan Martín Hernández, de gran partido, clavó otro drop para seguir estirando diferencias. Y Sánchez lo copió con otro. Y el scrum ganaba. Y el line era prolijo. Y los backs estaban despiertos. Y el Stade de France se iba quedando mudo.

El coloso francés recién salió de la modorra sobre el final del primer tiempo, cuando Camille Lopez descontó con un penal. Ahí sonó la Marsellesa como un grito de guerra. El público local le metía fichas al segundo tiempo de su equipo.

El complemento arrancó, nuevamente, con la Argentina avasallando a su rival. El scrum continuaba lastimando a un pack francés desdibujado y que no daba signos de recuperación pese a los cambios. Y Sánchez la siguió metiendo. Otro drop del tucumano para estirar su racha certera y, claro, también la diferencia en la chapa a 18-3.

Los tres puntos del tucumano fueron un detonante en la moral local. Se sintieron humillados y empezaron a jugar. Aprovechando el cansancio, el tremendo desgaste argentino, presionaron tanto que terminaron llegando al try a los 17 minutos. ¿Quién? Wesley Fofana. Y enseguida Rory Kockott, que le dio mucha dinámica a su equipo cuando ingresó, anotó un penal que desempolvó la incógnita.

¿El estadio? Un hervidero. La Argentina defendía con bravura, con tackles viscerales. Como en 2007, en ese césped. Como en 1999 con Irlanda, en Lens. Y Francia iba e iba. Hernández tuvo una chance para darle un respiro al sufrimiento, pero su penal a distancia quedó corto.

Y Francia. Sí, iba. Con todo. Y Los Pumas se le plantaban. Y Creevy no daba más, pero seguía. Y las piernas estaban pesadas, pero el mensaje era uno: por acá no pasan.

Cuando los 80 se habían consumido, Francia tuvo el partido en sus manos. Scott Spedding zafó de un par de tackles, se metió en el ingoal y... entre Sánchez, Lucas González Amorosino -¡cuánto que mejoró en defensa!- y Manuel Montero, se le metieron abajo, impidiendo que el 15 se quedara con la gloria.

Se cerró el telón del partido y de la gira. Por primera vez desde 2006, Los Pumas logran ganar dos partidos en la ventana de noviembre, justo un año antes del Mundial. Sí, como aquella vez. Y hubo abrazos, festejos y cantitos dedicados a los franceses. Sí, igual que en 2007.

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