Los roces comenzaron cuando Waters participó en la ONU, a pedido de Rusia, ante el Concejo de Seguridad de esa entidad, explicando que la invasión a Ucrania no se había realizado "sin provocación previa". Pero aumentaron a partir del ataque terrorista de Hamas contra territorios israelíes el pasado siete de octubre. Mientras que BMG emitió un comunicado de solidaridad con Israel y de condena contra el accionar de Hamas, Waters condena a Israel. Estas declaraciones, además, han enfurecido a los miembros de Pink Floyd, porque hicieron caer en numerosas oportunidades la venta del catálogo de la banda, valuado en 500 millones de dólares.
Al mismo tiempo, BMG ha realizado varios cambios internos y, si bien es el cuarto grupo musical del mundo, intenta crecer sobre todo en el mercado estadounidense con la representación de artistas más contemporáneos, ya que hasta ahora se ha especializado en nombres establecidos con largas carreras. Con la mira puesta en los EE.UU., es lógico que el personaje reaccionario que se ha creado Waters sea una contra.
Por lo demás, el artista ya había acusado a BMG de "echarlo" en noviembre pasado, cuando ya se había tomado la decisión de no publicar el nuevo Dark Side... Y atribuyó ese movimiento a conspiraciones de intereses pro israelíes. Lo interesante del caso es que Waters ya conocía, de antemano, que BMG no estaba dispuesta a sostener la posición abiertamente racista del autor de The Wall. Recordemos que en la Argentina Waters vio canceladas sus reservaciones en los hoteles Faena y Alvear, y que la Justicia Federal, tras un pedido de cautelar de la DAIA, prohibió al cantante verter declaraciones antisemitas.
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