Operaban desde una penitenciaría y era liderada por un hacker brasileño; realizaban compras en supermercados y tiendas que pagaban con números robados de plásticos
Un interno en una cárcel de Uruguay y un hacker brasileño lograron robar 30 números de tarjetas de crédito corporativas que utilizaron para realizar estafas y lavado de activos. A mediados de este año, el pirata informático y cuatro presos clonaron cuatro plásticos (con límites de consumo de entre 25.000 y 180.000 dólares) para estafar a compañías multinacionales, según informó hoy el diario El País de Montevideo.
Los internos se comunicaban con familiares en el exterior, quienes eran instruidos para realizar compras por Internet o vía telefónica con hipermercados y pagar con esas tarjetas. En cada compra proveían como domilicio de entrega una casa en el barrio de Carrasco, ubicado a 15 kilómetros del centro de la ciudad. Allí estacionaban una camioneta y esperaban hasta que llegara la mercadería. Los timadores bajaban del vehículo, decían que vivían en ese domicilio y recogían el pedido.
Las maniobras no llamaban la atención de los comercios ni de las compañías que fueron estafadas. Por un lado, para los supermercados era habitual entregar pedidos de 2000 o 3000 dólares en Carrasco. Por otro, los gastos pasaban desapercibidos para las multinacionales, dado que los ejecutivos que utilizan tarjetas corporativas suelen hacer compras por importes elevados.
Los presos y sus familiares hicieron la misma operación en cadenas de electrodomésticos y tiendas de ropa de lujo de la Argentina. Todas las acciones eran coordinadas por el hacker. La banda se delató cuando intentó realizar una compra en un supermercado de Punta del Este y, al brindar de modo erróneo el número de una tarjeta, llamó la atención del gerente, quien realizó una denuncia.
Uno de los familiares dio un número de tarjeta equivocado en una compra por un monto muy elevado y ello llamó la atención de un gerente de un supermercado esteño. Tras un mes de escuchas telefónicas, el Departamento de Información y Análisis Penitenciario (DIAP) del Instituto Nacional de Rehabilitación cayó en cuenta de que la banda estaba integrada por cuatro internos y tres cómplices en el exterior del penal de Las Rosas.
El pirata informático se encuentra ahora ahora alojado en otra cárcel, el penal de Campanero, pero poseía antecedentes similares en su país natal. A través de contactos en hoteles había conseguido los números de tarjetas y durante poco más de un año se dedicó a viajar por Europa, Asia y América Latina pagando con tarjetas clonadas.
En septiembre de 2012, el pirata había sido denunciado por un hotel cinco estrellas de Brasilia, tras haber gastado U$S 4760 en whisky. El detonante fue cuando pidió el pase a una habitación presidencial valuada en U$S 3800 por noche, lo cual despertó las sospechas. Por entonces, la policía brasileña había realizado una investigación que concluyó que el estafador durante tres años había timado a 400 multinacionales por 4 millones de dólares.
Fuente: La Nacion
Un interno en una cárcel de Uruguay y un hacker brasileño lograron robar 30 números de tarjetas de crédito corporativas que utilizaron para realizar estafas y lavado de activos. A mediados de este año, el pirata informático y cuatro presos clonaron cuatro plásticos (con límites de consumo de entre 25.000 y 180.000 dólares) para estafar a compañías multinacionales, según informó hoy el diario El País de Montevideo.
Los internos se comunicaban con familiares en el exterior, quienes eran instruidos para realizar compras por Internet o vía telefónica con hipermercados y pagar con esas tarjetas. En cada compra proveían como domilicio de entrega una casa en el barrio de Carrasco, ubicado a 15 kilómetros del centro de la ciudad. Allí estacionaban una camioneta y esperaban hasta que llegara la mercadería. Los timadores bajaban del vehículo, decían que vivían en ese domicilio y recogían el pedido.
Las maniobras no llamaban la atención de los comercios ni de las compañías que fueron estafadas. Por un lado, para los supermercados era habitual entregar pedidos de 2000 o 3000 dólares en Carrasco. Por otro, los gastos pasaban desapercibidos para las multinacionales, dado que los ejecutivos que utilizan tarjetas corporativas suelen hacer compras por importes elevados.
Los presos y sus familiares hicieron la misma operación en cadenas de electrodomésticos y tiendas de ropa de lujo de la Argentina. Todas las acciones eran coordinadas por el hacker. La banda se delató cuando intentó realizar una compra en un supermercado de Punta del Este y, al brindar de modo erróneo el número de una tarjeta, llamó la atención del gerente, quien realizó una denuncia.
Uno de los familiares dio un número de tarjeta equivocado en una compra por un monto muy elevado y ello llamó la atención de un gerente de un supermercado esteño. Tras un mes de escuchas telefónicas, el Departamento de Información y Análisis Penitenciario (DIAP) del Instituto Nacional de Rehabilitación cayó en cuenta de que la banda estaba integrada por cuatro internos y tres cómplices en el exterior del penal de Las Rosas.
El pirata informático se encuentra ahora ahora alojado en otra cárcel, el penal de Campanero, pero poseía antecedentes similares en su país natal. A través de contactos en hoteles había conseguido los números de tarjetas y durante poco más de un año se dedicó a viajar por Europa, Asia y América Latina pagando con tarjetas clonadas.
En septiembre de 2012, el pirata había sido denunciado por un hotel cinco estrellas de Brasilia, tras haber gastado U$S 4760 en whisky. El detonante fue cuando pidió el pase a una habitación presidencial valuada en U$S 3800 por noche, lo cual despertó las sospechas. Por entonces, la policía brasileña había realizado una investigación que concluyó que el estafador durante tres años había timado a 400 multinacionales por 4 millones de dólares.
Fuente: La Nacion
Publicar un comentario